lunes, 5 de abril de 2010

En la tranquilidad de la noche

Hoy, es un día de esos en lo que, sin mucha cosa que hacer, te paras a pensar en como te va la vida y como te han ido saliendo las cosas últimamente. Recordar es algo mágico, a veces me sorprendo de cuan enterradas podía tener en mi mente vivencias acumuladas desde prácticamente el comienzo de mi vida y que, con un chispazo casual, por cualquier imagen o sonido te vienen a la cabeza y no sabes de donde. Y, casi sin proponértelo, vas recorriendo el caminito de tu vida desde ese recuerdo efímero hasta tu ahora. Y lo más sorprendente es que si te paras a pensarlo un poco te das cuenta de que cada pequeña elección que has hecho a lo largo de tu vida, hasta decidir si querías el helado de chocolate o de vainilla, te ha llevado poco a poco a este momento que estas viviendo.

Pero sobre todo te centras en analizar las decisiones que según tu criterio pudieron ser erróneas, y te arrepientes de ellas, ¡las maldices! te imaginas como sería tu vida si, en ese momento, en vez de vainilla hubieses dicho chocolate. Pero nadie tiene una maquina del tiempo, hay que aprender a mirar a delante y no girar la cabeza, pese a lo que digan, no creo que cualquier tiempo pasado fuese mejor, simplemente fue un paso hacia lo que somos. Entonces comprendes qué razón tenia tu madre cuando te decía que de los errores es de lo que más se aprende en la vida ¡Las mamás los saben todo!

Pese al dolor que nos toque pasar, cada día es un gran regalo y no debemos desperdiciarlo, piensa que hasta con el más pequeño cambio ya no serías la misma persona, que todo en esta vida sucede por una razón, aunque no siempre sea para bien.

Creo que puedo decir, sin miedo a arrepentirme, que yo sí me alegro de todos los errores que he cometido. Doy gracias a mis pasos, a mis lecciones y a mi camino. Yo no cambiaría mi helado por nada del mundo porque, ante todo, estoy muy feliz de ser lo que soy y de estar aquí y ahora.